Hace poco tiempo vi en el blog Ideas in Food una entrada donde mostraban un bellísimo vídeo sobre la elaboración de la pasta Su Filindeu. Es este:
El vídeo me enamoró. Los motivos: su temática, bella factura y preciosa música, pero, por encima de todo, por la sonrisa de Paola Abraini, su protagonista. Una sonrisa como esa mientras habla de la elaboración de su pasta refleja un amor infinito por lo que hace. Ella mismo lo dice en el vídeo: su pasta es difícil de elaborar, pero ella es feliz haciéndola. Mis elucubraciones me llevan a pensar que quizás lleve toda la vida haciéndola y que seguirá amasándola y estirándola por lo que le quede de vida. Que, a lo mejor, sólo es especialista en este tipo de pasta y en ninguna más. Pienso también que, a pesar de ello, no necesita otra cosa en la vida. Le basta con seguir perfeccionando lo que hace. Ella es feliz así.
No sé a vosotros, pero a mí pensar esto me reconforta. En este segundo enciclopedismo en el que creo que estamos inmersos, en el que el saber es cada vez más amplio pero menos profundo, imaginar que quedan personajes que dedican su vida a una única tarea, mejorándola día a día, sin pensar que como ya han adquirido todos los conocimientos y habilidades en ese ámbito lo mejor es pasar lo más rápido posible a «lo siguiente», sea lo que sea ese «siguiente», es alentador.
Mientras existan personas con la sonrisa de Paola, el mundo seguirá siendo un lugar que merezca la pena.